La calabaza es sin duda el gran protagonista de Halloween. Tallar una calabaza es un trabajo que requiere mano firme y nervios de acero, además de mucha paciencia, y para ello, después de la fiesta, tirar el fruto de este trabajo apasionado y minucioso es sin duda un fastidio, sin mencionar el hecho de que el año que viene todo debería volver a comprarse y rehacerse desde cero.

¿Hay alguna manera de remediar todo esto y mantener nuestras calabazas tal vez para volver a enfundarlas el próximo fin de semana de Halloween? ¿O como todas las verduras, están inexorablemente destinadas a terminar en la bolsa húmeda? De hecho, una solución, aunque requiera al menos tanta paciencia como el trabajo de tallado, sería: calabazas secas, lo cual, con algunas precauciones y un poco de método, es posible. ¿Cómo? Vamos a verlo.

Calabazas ornamentales y calabazas comestibles

Se les llama calabazas “ornamentales” y son ampliamente utilizadas en el mundo anglosajón. Son una variedad particular de calabaza que generalmente no se usa con fines “culinarios” pero, debido a su forma generalmente extravagante y muy variada, su tamaño y su color brillante, son muy buscadas solo como “materia prima” para la decoración, especialmente en Hallowen.

De hecho, tal variedad de calabazas son tan comestibles como las calabazas comunes para cocinar y normalmente se cultivan en el huerto: solo tienen un sabor mucho menos agradable que las “tradicionales” y por tanto no se utilizan en la cocina.

Cualquier otra característica, por lo tanto, es la de una verdura, incluida la tendencia a pudrirse después de un cierto período de tiempo. Por tanto, para conservarlas durante mucho tiempo es necesario proceder con un proceso de secado. Que también requiere unos meses de tiempo. En primer lugar, un elemento fundamental para el éxito del proceso es la cantidad de agua que contiene la calabaza al principio.

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Por esta razón es mucho más fácil secar calabazas pequeñas, mientras que las de mayor tamaño generalmente no pueden someterse al tratamiento con resultados positivos. Además, siempre por el mismo motivo, es fundamental que las calabazas a secar estén sin ningún daño en la cáscara, ya sea cortada o magullada, porque generalmente implican la generación de una mancha “podrida” que solo puede extenderse a toda la calabaza en poco tiempo.

Cómo conservar la calabaza: tiempo, aire y paciencia.

Después de haberlas limpiado y secado a fondo, la forma más segura de secarlas es colgándolas o atándolas por el pecíolo, teniendo cuidado de no estropearlo para evitar, una vez más, que el daño degenere en moho y, por tanto, lleve todo a pudrirse.

Ponerlas a secar en una canasta es un método mucho más arriesgado: de hecho la parte de la calabaza en contacto con la canasta tenderá a no estar lo suficientemente ventilada y a generar moho con el consecuente fallo de la operación. La temperatura no es un factor especialmente relevante y las calabazas, siempre que estén protegidas de los insectos, también se pueden secar al aire libre.

Otra precaución importante, la de comprobar su estado con la suficiente frecuencia, eliminar, si la hubiera, cualquier pátina blanca que pudiera formarse antes de que se convierta en moho, cuidando de no arruinar o dañar la piel. Además, si alguna calabaza se pudre durante la operación, debe ser inmediatamente descartada y eliminada, para evitar que arrastre también a las demás.

En definitiva, con un poco de paciencia y algunas precauciones, ¡tus calabazas ornamentales estarán listas para el próximo Halloween! Y, por qué no, para cualquier composición que quieras preparar con ellas también en las otras estaciones del año.

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