Tres leyendas de joyas malditas

Muchas Joyas se encuentran envueltas desde tiempos inmemoriales por un aura de misterio y son numerosas las historias que hablan de poderes sobrenaturales o maldiciones que involucran a quienes poseen o portan determinadas joyas malditas.
Es así que los más poderosos de la Tierra siempre se han dejado seducir por estos misteriosos amuletos que han sido ostentados en cetros, coronas, anillos y toda clase de símbolos de poder y opulencia.
A continuación les relataremos las historias de algunas supuestas joyas malditas…
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Si bien en la antigüedad eran piedras muy veneradas tanto por griegos y romanos, ya que los primeros consideraban que a sus poseedores les otorgaba el don de la premonición y para los segundos era una piedra que atraía la fortuna al igual que las esmeraldas, lo cierto es que tienen una fama particularmente funesta.
Hay varias versiones sobre el origen de su mala fama, pero repasaremos algunas que podrían resultar particularmente creíbles.
Se dice que a fines del siglo XIX y principios del siglo XX ante la aparición en el mercado de los hermosos ópalos australianos, los comerciantes de diamantes que veían peligrar su millonario mercado hicieron correr rumores de toda clase sobre estos.
Es bastante razonable que pueda ser la explicación, tanto como la de quienes dicen que su apodo de joya maldita se lo otorgaron los joyeros y está originado por su fragilidad ya que muchos artesanos al tallar estas joyas las rompían y debían pagar su valor.
Más misteriosas y oscuras son las historias que se remontan a la Edad Media, cuando las brujas supuestamente los utilizaban para producir el “mal de ojo” y causar la muerte de quien miraban, o aquella historia que relaciona al ópalo -piedra muy valorada en esa época- con una epidemia de peste ocurrida en Venecia por el año 1348 que arrasó la ciudad.
Se decía que el ópalo brillaba intensamente sobre los enfermos y este brillo se iba debilitando a medida que avanzaba la enfermedad hasta quedar opacos con la muerte del paciente.
También hay quien dice que su siniestra fama está originada por una novela muy popular en su tiempo Anne de Geierstein de sir Walter Scott.
Lady Hermione, una especie de princesa encantada lleva un ópalo engarzado en su pelo. Este brilla cuando está contenta y lanza funestos destellos rojos cuando está enojada.
Según cuenta el libro sobre esta joya maldita cuando un día caen sobre su ópalo unas gotas de agua bendita, ella se desmaya, es llevada a reposar y a la mañana siguiente sólo aparecen las cenizas de su cuerpo en su lecho.
Esta novela de 1829 fue tan popular que se dice que hizo caer el precio de los ópalos a menos de la mitad de su valor en menos de 1 año y que el mercado de estas joyas malditas se paralizó por muchos años.
Las joyas y la Corona de San Venceslao de Bohemia son guardadas en el castillo de Praga y son mostradas al público solo cada quince años (aproximadamente). En el siglo XX sólo se recuerdan 9 apariciones públicas.
La corona se le dedicó y se le dio el nombre del Duque y patrón san Venceslao I de la dinastía Premyslids de Bohemia. La corona tiene un diseño inusual. Hecha de oro y piedras preciosas, pesa 2,475 kg.
Fue realizada para el rey Carlos IV en 1346. Desde 1876 se guarda en la Catedral de San Vito del castillo de Praga.
Las joyas siempre han desempeñado un destacado papel como testimonio de la dominación Bohemia. Se dice que son guardadas bajo siete llaves, actualmente cada una en poder de 7 personalidades ilustres de la República Checa a saber, el presidente de la República, el primer ministro, el arzobispo de Praga, los presidentes de la Cámara Baja y del Senado, el preposte del capítulo metropolitano y el alcalde de Praga.
Como anécdota, una antigua leyenda checa dice que cualquier usurpador que se coloque la corona sobre su cabeza está condenado a morir en un año.
Para los ojos de algunos esto se confirmó durante la Segunda Guerra Mundial cuando el gobernador Nazi del Protectorado de Bohemia y Moravia, Reinhard Heydrich, secretamente se puso la corona creyéndose un gran rey.
Fue asesinado en menos de un año en un atentado perpetrado por antifascistas checos.
Este diamante pesa unos 105 quilates y es un diamante de talla oval. Anteriormente pertenecía a príncipes indios, poseía forma redondeada y pesaba en bruto 186 quilates. Fue adquirido en 1739 por el Sha de Persia, que lo llamó “Montaña de la Luz” (Koh-i-noor).
Tras su “adquisición” por la East Indian Company, fue regalado a la Reina Victoria en 1850. Después de su tallado, pasa a formar parte de la corona de la Reina María (esposa de Jorge IV), para terminar en la corona de la Reina Isabel.
Se cree que el Koh-i-Noor tiene una maldición que no funciona sólo cuando es una mujer quien lo lleva.
Todos los hombre que lo han tenido, o han perdido sus tronos, o han caído en desgracia.
La Reina Victoria es la única monarca reinante que ha usado el Koh-i-Noor. Según la leyenda, si el monarca es hombre, el diamante debe ser entregado a su esposa.
La historia de la maldición hacia el dueño del diamante, data de un texto hindú que relata la primera aparición verificada del diamante en el año 1306.
” Quien posea este diamante dominará el mundo,
pero también conocerá todas sus desgracias.
Solo Dios, o una mujer, pueden llevarlo con impunidad “
Los hechos apuntan a que hay algo de cierto en las leyendas de las joyas malditas; todos los dueños del Koh-i-Noor han sufrido desgracias a lo largo de la historia
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