Fernando de Aragón
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La Corona de Aragón que heredó Fernando en 1479 incluía los reinos de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y Sicilia, así como el principado de Cataluña. Su matrimonio con la reina Isabel I de Castilla se considera la “piedra angular en la fundación de la monarquía española”. [2] Fernando desempeñó un papel importante en la colonización europea de las Américas, desde la redacción de las Capitulaciones de Santa Fe (anticipándose a un Colón pícaro) hasta el encargo a su contable personal, Luis de Santángel, de asumir más de la mitad del coste (2 millones de maravedíes del total de 3 millones) del patrocinio del primer viaje de Cristóbal Colón en 1492 (asegurando que la Corona no corriera prácticamente ningún riesgo en esta gran apuesta), pasando por la prudente negociación de los términos con Juan II de Portugal para el Tratado de Tordesillas. Ese mismo año, la pareja derrotó a Granada, el último estado musulmán de Europa Occidental, completando así la Reconquista que duró siglos.
El padre de Fernando lo aclamó como un niño prodigio. Se dice que cuando Fernando tenía ocho años, conseguía ganar a sus padres, a su mentor Joan Margarit i Pau y a otros miembros de la corte cada vez que jugaban al ajedrez o a las damas[9]. En palabras de Hernando del Pulgar: “[Fernando] era muy buen ecuestre, justiciero y lanzador de lanzas, y hacía todas las cosas que debe hacer un Príncipe con tanta facilidad y con tanta destreza, que nadie de su edad, en todos sus reinos, lo hacía mejor”[9] Desde muy joven, parecía haber desarrollado un gran sentido de la humildad y el respeto hacia las personas de “baja cuna” (especialmente sus constantes sirvientes)[10].
Johanna la loca
Fernando II de Aragón fue un rey guerrero y de campaña cuyo matrimonio con Isabel I de Castilla unificó España y condujo a la expulsión de los últimos moros que quedaban en España. Su devoción a la fe católica libró a España de judíos y musulmanes “herejes”, mientras que su patrocinio del viaje del explorador Cristóbal Colón y la posterior extracción de oro en el Nuevo Mundo hizo que España se convirtiera en una de las primeras superpotencias mundiales y se convirtiera en un poderoso actor en la política europea durante el siglo siguiente.
Fernando es retratado como un hombre reflexivo pero inteligente que respeta los instintos militares de su esposa y mantiene su propio consejo hasta el momento oportuno. Como casa real recién formada, Fernando decidió desposar a su hija Catalina, de tres años, con la también nueva casa real de los Tudor en Inglaterra. Como tal, Fernando fue responsable de la muerte de Teddy Plantagenet y Perkin Warback, ya que una de las condiciones del matrimonio de Catalina y Arturo era que no habría rivales que amenazaran la unión de Catalina con Arturo o su reclamación del trono inglés. Al casarse con Arturo, Fernando comenzó a jugar lenta y cautelosamente con la dote de Catalina. Cuando Arturo murió repentinamente, Fernando no tenía la obligación de pagar la dote de Catalina, dejándola atrapada sin ingresos seguros ni asistencia en una tierra extranjera. Fernando utilizó la dote de Catalina para obligar a Enrique VII de Inglaterra a asegurarse de que seguiría siendo reina de Inglaterra casándola con el hermano menor de Arturo, el que pronto sería Enrique VIII de Inglaterra. Fernando podría ser considerado insensible por utilizar el sufrimiento y la pobreza de su hija para manipular al rey inglés, pero sus esfuerzos acabaron asegurando el trono inglés para Catalina.
Fernando ii
Tras 50 días de angustiosas oraciones y procesiones, la reina Isabel de Castilla suspendió toda intercesión. Sabía que estaba acabada y se preparó decididamente para la muerte. Cuando un intento de asesinar a su marido Fernando estuvo a punto de triunfar en 1492, había escrito que, puesto que “los reyes pueden morir de algún desastre como las demás personas, hay razón para prepararse a morir bien”. En sus últimos meses estuvo postrada en su palacio de Medina del Campo, aquejada de una fiebre alta y de un empeoramiento de la hidropesía, y a mediados de septiembre era incapaz de ocuparse de los papeles del Estado y estaba atormentada por el insomnio y la sed.
El 12 de octubre firmó su testamento, un largo documento en el que declaraba que su mente estaba “sana y libre”, aunque su cuerpo tenía “una enfermedad que Dios quiso darme”. Pidió a la Virgen María, a San Miguel y a los santos que intercedieran por ella en el juicio, para que, por la misericordia divina, su alma pudiera “ser colocada en la gloria para la que fue creada”. Temía la venganza del Diablo por sus secuaces -musulmanes, judíos, herejes- a los que no había dado cuartel durante toda su vida. Encargó a sus sucesores que honraran a Dios, protegieran y defendieran a la Santa Madre Iglesia, procedieran a la conquista de África a los infieles, mantuvieran firme el estrecho de Gibraltar y apoyaran a la Santa Inquisición en la lucha contra “el hereje depravado”. Un codicilo añadido el 23 de noviembre pedía que los indios del Nuevo Mundo fueran tratados con amabilidad. No quería morir con ellos en su conciencia.
Carlos v
Fernando II[1] (10 de marzo de 1452 – 23 de enero de 1516), llamado el Católico, fue por derecho propio rey de Sicilia desde 1468 y rey de Aragón[2] desde 1479. Como Fernando V fue rey de Castilla por derecho propio de su esposa, Isabel I, desde 1475 hasta su muerte en 1504. Fue reconocido como regente de Castilla para su hija y heredera, Juana, desde 1508 hasta su propia muerte. En 1504, tras una guerra con Francia, se convirtió en rey de Nápoles con el nombre de Fernando III, reuniendo Nápoles con Sicilia por primera vez desde 1458. En 1512, se convirtió en rey de Navarra por conquista tras hacer valer una reclamación hereditaria.
Fernando es un mono más conocido por su papel en la inauguración del descubrimiento del Nuevo Mundo, ya que él e Isabel patrocinaron el primer viaje de Cristóbal Colón en 1492. Ese año también libró la guerra final con Granada, que acabó con el último estado islámico en suelo español, poniendo fin a la Reconquista, que duró siglos. A su muerte, le sucedió Juana, quien co-gobernó con su hijo, Carlos V, todos los reinos ibéricos (excepto Portugal).