Balneario de Panticosa
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En la comarca del Alto Gállego, en lo más profundo del valle de Tena, se encuentra Panticosa, una localidad turística de primer orden con una estación de esquí alpino y de fondo. Panticosa es un encantador pueblo en el curso del río Caldares, con grandes casas tradicionales de piedra, que se alinean en calles empinadas y estrechas. También cuenta con una iglesia románica del siglo XIII.
Rodeado de hermosas y majestuosas montañas, salpicadas de lagos, y picos de más de 3000 m, este pueblo es el lugar ideal para practicar deportes de montaña. Panticosa es famosa por su balneario, que aún conserva sus antiguos hoteles de lujo, paseos y casinos, y solía ser el destino de vacaciones de la familia real. También es conocida por su estación de invierno, con pistas a las que se accede desde una amplia explanada junto a la ribera del río, de la que parte el telesilla inferior. En verano, podemos subir en ese mismo telesilla a los lagos de Asnos y Sabocos.
Formigal-Panticosa a vista de pájaro 22/02/2018
Entre los grandes atractivos del municipio pirenaico de Panticosa se encuentra su histórico balneario, un complejo que data del siglo XIX y cuya ubicación en el fondo del valle de Tena envuelve a sus visitantes en un mágico ambiente de montaña. Y es que las aguas termales de este enclave ya eran explotadas por los romanos hace más de 2.000 años, como demuestran las monedas del reinado del emperador Tiberio encontradas en el Manantial de Tiberio, el más famoso de la zona. Posteriormente, numerosas personalidades del siglo XIX -entre ellas Ortega y Gasset y Ramón y Cajal- visitarían este balneario que hoy es, sin duda, uno de los grandes buques insignia de España en tratamientos mineromedicinales. Rodeado de altas cumbres como la de Argualas (3.036 metros) y la de Garmo Negro (3.051 metros), el visitante puede disfrutar de un amplio abanico de instalaciones. Entre ellas destacan la piscina exterior con chorros de agua, el vaporarium con esencia de eucalipto y el iglú con cromoterapia.
Arista Mowgli Panticosa, Huesca
El primer tramo de la subida serpentea por el bosque, sin demasiada pendiente, en busca de las praderas de la Mallata Baja de Argualas. Es cuestión de mirar dónde pones los pies. Buen sendero y sin posibilidades de perderlo -incluso con mal tiempo-. Hay que seguirla durante unos 45 minutos hasta que gira definitivamente hacia el norte en busca del Ibón de Arnales. El primer tramo de la subida se realiza por el bosque, luego sale a una extensa pradera (Mallata Baja de Argualas) y finalmente gira a la derecha (norte) cruzando una pequeña barrera de pinos. Justo después de cruzar esta barrera, hay un pequeño camino que comienza a su izquierda. Es el camino del Cuello de Pondiellos, marcado en una piedra con las palabras “Garmo Negro”.
Equipamiento imprescindibleEl Garmo Negro es un tresmil, uno de los príncipes de los Pirineos. No lo olvides nunca. Aunque la ruta es fácil y no requiere más que buenas piernas y un poco de orientación, se aconseja encarecidamente llevar ropa de abrigo incluso en verano. Los bastones también serán útiles, ya que se trata de un largo descenso y cualquier ayuda para las rodillas será bienvenida (créame, es la experiencia la que habla). En invierno, equipo completo que incluya piolet, crampones, ropa de invierno y (si está disponible) detectores de avalanchas. Por si acaso…
Panticosa, Fobas II. 26 febrero 2014
Cualquier época del año es buena para visitar Panticosa y su maravilloso entorno que invita a disfrutar de la naturaleza y la montaña a través de un variado número de excursiones y rutas de senderismo que recorren esta zona del Pirineo. Además, al pasear por sus empinadas calles podrá descubrir un gran número de casas de estilo pirenaico con sus fachadas blasonadas y dejarse sorprender por la hermosa iglesia de la Asunción de origen románico, del siglo XIII y reconstruida en el siglo XVI en estilo gótico tardío. O, en las afueras del casco urbano, con el puente Caldarés, o Puente Viejo, de un solo arco, y construido en 1556 donde antes había uno de madera.
En Panticosa se celebra tradicionalmente en julio un Mercado Medieval. Durante todo un fin de semana el pueblo se convierte en un gran mercado en el que se mezclan productos tradicionales con artesanía, juglares, malabaristas… y un ambiente medieval impregna el lugar.
Cuentan los lugareños que hace muchísimos años había un gigante que vivía en estas montañas que rodean Panticosa y que tenía aterrorizada a la población hasta tal punto que entre ellos y el gigante se hizo un pacto, ningún aldeano subiría a las montañas para no molestarle y él no bajaría al valle. Pero un año el invierno vino a instalarse en las montañas antes de lo habitual, cubriéndolas con un hermoso manto de nieve, pero que al gigante, pillándole por sorpresa, le dejó sin poder recoger alimentos para pasar la temporada, obligándole a bajar al valle en busca de ganado. Esperó a que se pusiera el sol para cometer su fechoría, pero al llegar al pueblo se asustó tanto que huyó, pues en el pueblo los aldeanos vestidos con máscaras cadavéricas estaban celebrando la noche de los muertos. Al ver el susto del gigante, lo siguieron con la intención de expulsarlo de sus tierras. El gigante se escondió en las montañas más altas y hay quien dice que hoy, en esa noche, se le aparece a cualquiera que se atreva a molestarle pasando cerca de su guarida o intentando bañarse en los lagos cercanos.