Llegó el momento, vivimos en simbiosis con nuestro bebé durante varios meses, los primeros nueve lo llevamos dentro de nosotros, luego en nuestros brazos, lo amamantamos, lo limpiamos, lo cambiamos, le enseñamos las primeras palabras, vemos sus primeras sonrisas y, si tenemos suerte, hasta sus primeros pasitos, pero ahora es el momento de dejarlo ir. Ha llegado el momento de enviar a nuestro bebé a la guardería.

El desapego es un momento difícil, tanto para la madre como para el niño. Debemos pensar que los momentos descritos en las líneas anteriores constituyen solo un pequeño porcentaje de nuestra vida, pero para él no, para nuestro hijo constituyen toda la vida, nunca ha experimentado nada más que esto, por lo que fácilmente puedes imaginar lo delicado del momento y cómo debe prepararse con cuidado.

Sin embargo, no entremos en pánico: los niños tienen recursos insospechados, tienen la curiosidad que los impulsa a explorar y dar la bienvenida a las novedades, y tienen hambre del mundo.

Lo importante es que la transición de mamá hacia el mundo suceda gradualmente, ya sea que el bebé comience a pedirlo a los pocos meses o que lo haga a los pocos años. Pero, ¿cómo podemos hacer para facilitar este paso?

Cuánto dura

Todas las guarderías tienen un programa de iniciación lo que permite a los pequeños enfrentar paulatinamente la separación de su madre y el conocimiento de maestros y compañeros.

Este período puede durar de unos días a unas semanas, por eso es bueno que los padres se vayan informando y organizando en consecuencia. A ser posible el primer contacto con la escuela infantil debería coincidir con un día libre de la madre (o padre, o de quien la familia estime más oportuno), o con las últimas semanas de maternidad.

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Por el bien del niño es bueno que no se pida acelerar los tiempos de admisión al jardín de infancia. Cada bebé tiene sus ritmos y sólo el marcará estos tiempos.

Quien hace la inserción

No siempre están ahí mamás para cuidar la inserción del niño en la guardería, a veces suelen ser padres, abuelos y en algunos casos niñeras; no hay una regla general que aplique a todos, pero en general sería apropiado que el niño existiera la persona con la que el niño normalmente pasa su tiempo. Puede ser que pasados ​​los primeros días se acuerde con los educadores cambiar de cuidador para una mayor serenidad del niño.

Como se lleva a cabo

Dar seguridad al bebé

La inserción puede ser diferente para cada niño y son los profesores los que deciden los tiempos y métodos en base a lo que observan y su experiencia, en general la presencia de la madre será mayor en los primeros días y disminuirá cada vez más.

También se medirá la estancia del niño en la escuela: los primeros días será de solo unas horas, luego intentará alargarse para almorzar y finalmente podría dormir la siesta con los otros niños.

Se le puede pedir a la madre que juegue con su hijo o que se haga a un lado para dejarlo jugar o explorar por su cuenta, lo importante es confiar en las instrucciones dadas por los profesores.

Confía sin excepción

El jardín de infancia donde decidimos enviar a nuestro hijo es el lugar donde pasará varias horas de su día durante once meses al año por lo que el principal supuesto es que los padres confíen en los profesores, aunque tengan hábitos distintos a los de la familia.

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Las solicitudes especiales en el tratamiento del niño deben limitarse a patologías específicas o alergias e intolerancias, tanto en lo que respecta a las comidas como a los diversos productos utilizados, por ejemplo, para el cambio de pañal.

Si quieres una dieta particular para tu hijo o solo necesitas productos naturales, pero incluso si crees que deben usar juegos diferentes o que los educadores deben seguir criterios educativos particulares, sería mejor elegir un jardín de infancia que haga de estas elecciones su peculiaridad. Además, los comentarios negativos (o expresiones faciales) sobre alimentos u otros productos deben evitarse durante la inserción porque el niño registrará su decepción y la recordará cuando usted no esté allí.

El desprendimiento

Hay que intentar por cualquier medio no llorar delante del bebé, y mejor dicho, hagámoslo después de haber doblado la esquina. Tanto si nuestro bebé está llorando como si está feliz, trataremos de gestionar el momento de la despedida con firmeza y cariño, y nunca dejaremos de sonreír.

Quizás este sea el momento en el que principalmente debemos confiar en las indicaciones de los educadores, porque, si fuera por nosotros, nos lo llevaríamos a casa de nuevo.

Sonreiremos y le diremos que volveremos por él después de comer (o después de dormir), ya que es importante para que el tenga una referencia en el tiempo de lo que va a pasar. Y cuando volvamos a buscarlo intentaremos no llegar tarde, no dejarlo para el final, ya que creerá que ha sido abandonado si le dijimos después de comer y es la hora de la siesta y no estamos allí.

Y por último, siempre volver a encontrarnos con una sonrisa.

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