Un piano en la colina: la poesía de una noche en San Francisco
A Bernal Heights, nei sobborghi della città californiana, un pianoforte è “spuntato” su una collina. E un recital “spontaneo” è partito sul far della sera…
A Bernal Heights, nei sobborghi della città californiana, un pianoforte è “spuntato” su una collina. E un recital “spontaneo” è partito sul far della sera…
Bernal Heights es una colina árida y achaparrada en las afueras del sur de San Francisco. La vista desde arriba es interesante porque toda la ciudad es de fácil acceso, incluso si las casas más cercanas pertenecen a un barrio residencial que no es particularmente atractivo a la vista. Pero bueno: de vez en cuando algún visitante curioso o fiel se acerca a sus pistas para disfrutar de la vista. Pero, ¿quién subió esa colina en la tarde del 29 de junio se encontró frente a un espectáculo particular e inesperado. Mirando el valle frente a ellos y la ciudad que serpentea primero al anochecer y luego al anochecer, los transeúntes se cruzaron un piano. En la colina. Cómo llegó allí, solo unos pocos lo sabían. Pero muchos se detuvieron a escuchar el recital improvisado de varios pianistas que se conocieron en la web.
Bernal Heights
Fueron muchos, más de 200 al final, de unos veinte presentes al principio. Incluso los policías que se habían movilizado para bloquear la jam session no autorizada se detuvieron a escuchar embelesados por la poesía y la originalidad del momento. Había sucedido que dos amigos que estaban limpiando su oficina en las afueras de San Francisco para mudarse a una nueva, encontraron un piano viejo en una esquina. De ahí la extraña idea: ponerlo al alcance de todos. Seis amigos lo llevaron a la cima de la colina y le pusieron un cartel: “juegame“. La cosa no tardó en difundirse gracias a la web y pronto varios pianistas empezaron a probar suerte, tanto es así que Christopher y Todd, los dos creadores de esta extraña versión de flash mob “prolongado”, pensaron en organizar, estrictamente a través de Facebook, uno real recital. Y así varios artistas más o menos profesionales se turnaron para proponer improvisaciones de jazz, piezas de Rachmaninov o música pop. Y en cierto momento, alguien organizó un espectáculo de fuegos artificiales inesperado justo debajo de la ladera de la colina. La crónica de una velada diferente en Los Ángeles …
Autor de la foto: Nk
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