En la variedad está el gusto

Además, los especialistas señalan que ingerir alimentos ricos en agua (frutas, verduras) y evitar las bebidas alcohólicas facilita una hidratación óptima.
Es necesario beber de 2 a 3 litro diarios en verano, ya que se dan situaciones en las que se puede alterar el equilibrio hídrico como el turismo, las excursiones, practicar deporte, ir a la playa o caminar por la montaña.
Además, existen grupos de población que corren más riesgo por el tiempo que pasan expuestos al calor, que practican actividad física o que, fisiológicamente, son más vulnerables a sus consecuencias como los ancianos, los deportistas, los profesionales que trabajan al aire libre, las personas enfermas, etc.
Los que realizan actividades físicas prolongadas, sobre todo en situaciones de calor y humedad, hace que aumente el calor corporal y se sude, perdiendo líquidos y sales minerales.
En este caso se recomienda beber antes, durante y después de la actividad.
Las personas mayores son el otro grupo que más riesgo corre ya que el mecanismo de termorregulación se deteriora y disminuye la sensación de sed, por lo que cuesta más beber, haciéndoles más vulnerables a las consecuencias de la deshidratación.
Por todo ello, es necesario beber más en verano y antes de tener sed porque cuando aparece esta señal se ha perdido en torno al 1% del líquido corporal.